Esta noche a solas el alma sueña, el
cuerpo lejos queda
callado, duramente ve, como lo
reclama la tierra,
ocaso sin nombre, cielo y luna, donde
una vez, unas alas
se quebraron, por intentar coger una
estrella, las palabras
son las alas, son la vida, el corazón
del poeta, las nubes, recogen
su lamento y su pesar, por esas alas
que no volverán…
¡Voces se oyen, entre el mar y el
cielo, enfadadas miran al horizonte,
esperando leer los versos, prosas y
letras, volver a ver las alas del poeta!
La luna se esconde, la noche se
vuelve oscura, ya no brillan las estrellas,
Y el poeta se pregunta ¿quedara en el
recuerdo, alguno de mis poemas?
En ellos, quiso y dio, lo que su alma
sentía, el amor de lo sagrado, con un afán incierto, hizo suya la luna y el
cielo, con los ojos heridos, quiso coger una estrella, para adorarla.
El poeta conoce, ama, sufre, llora y
peca, porque tiene alma.
La luna quiere, que despierte y esa
adorada estrella, un beso deposita en sus labios, con tranquila calma.
Quizás para que siga haciendo versos
o porque no quedan, palabras
ya, tan solo contempla con lagrimas
sencillas,
una rosa negra, sobre su escrito y la
blanca arena…
Mª José Ferrer González.
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