En penumbras
con el corazón roto
y el alma
hecha cenizas
la memoria
cabalga a su antojo
dejándome en
los labios un sabor entre dulce y agrio
las llamas
de ese fuego que me dabas, pero que solo en mi ardía
mi cuerpo
recorre.
¡Tanto
fulgor incierto contenido en los ojos
tantos
abrazos sentidos!
Corazón duro
como el pedernal, como rocas implacables
te he amado
por encima de lo imaginable
pero como el
viento iracundo se rompió contra la montaña
frente a
rocas inútiles.
¡Ay! Donde
andaba tu conciencia que conmigo así jugaste
¡Te he amado
con el deseo hasta el límite mismo de la existencia humana
más allá del
amor que se conoce!
Solo me
dejaste la palabra hecha eternidad
pero hasta la palabra huye
solo quedan sombras, mi sombra
…Y tus labios
de duros cristales.
Mª José Ferrer González.
® Reservado todos los derechos de su autor.
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