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sábado, 18 de octubre de 2014

Cerrar los ojos.



¿Las palabras que cada mañana exprese, esos versos, reflexiones y poemas
que escribí desde el silencio y la quietud, mientras mi corazón me dictaba
quizás queden en un lugar remoto de la existencia humana o posiblemente, nadie los recuerde?

Pero mi alma soñó a solas, sintió quiso y amo.
Y fue materia sorda y dura, que al fin y al cabo a la tierra pertenece.
Mi cuerpo como las nubes se desdibujan, mi corazón enmudece.

¿Posiblemente solo fui la caricatura de ser poeta, seguramente recale en ese infierno tan nombrado el día que este mundo deje?
¡Ya me está pesando ¿El infierno es este? Creo que así es!

Se consume la vida, buscando la armonía perfecta que tantas veces
soñamos, pero por mucho que se crea esta no existe, laceradas las palabras
que en el alma se clavan, yo por mi parte solo puedo pedir perdón, me equivoque mil veces, también…por creer en un mundo diferente.

Qué gran equivocación es el de siempre:

No quiero ese amanecer que se repite en farsa
ni ese mar que se embravece y se calma
ni la noche ni el día, ambos engañan
ni tan siquiera quimeras disfrazadas de luna
bajo ese cielo pétreo que inútilmente araño
trazando sigilosas simetrías con la purpura sangre
del corazón cansado,  cerrando los ojos en las sombras frías
aunque los sueños sean en vano…

Poesía en calma y quieta deseo seguir creyendo, amando
en la alegría del descanso callado, con los sueños despiertos
…Y  los ojos cerrados.



Mª José Ferrer González.
® Reservado todos los derechos de su autor.

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